Agradecimientos

Agradecimientos

Escribir un libro es lo más parecido a hacer un inmenso rompecabezas de miles de piezas diminutas e irregulares, donde cada pieza es una idea, un concepto, un ejemplo, una investigación, una anécdota, un argumento, una cita, una experiencia. Es un proceso extremadamente lento, pausado, en el que es fácil enrocarte cuando no consigues encontrar la pieza que no te deja continuar o en el que necesitas deshacer lo construido para volver a encajar aquellas piezas que no acababan de ajustarse. Todo ello forma parte de un gran aprendizaje y es la imagen de la obra completa lo que te impulsa a seguir avanzando, a seguir escribiendo, a seguir indagando, a seguir aprendiendo. Finalizar este rompecabezas no hubiera sido posible sin las ideas y reflexiones que muchos otros han escrito y compartido, así como tampoco sin la ayuda de los que han colaborado leyendo, aportando, animando, acompañando, discrepando, debatiendo, ni de los que, sin saberlo, han dicho o han hecho algo que me ha abierto una ventana por la que mirar y encontrar la pieza que faltaba. La gente, los libros, los alumnos, los maestros, los profesores, los equipos directivos de escuelas e institutos, la familia, los amigos… son fuente inagotable y valiosísima de ideas, inspiración y guía. A todos ellos quiero expresar mi más sincero agradecimiento.

Especialmente…

Gracias a Marga, compañera de vida y excelente profesora, quien no solo me inspira como docente, sino también como persona. Agradezco sus siempre acertadas aportaciones y reflexiones vitales y su apoyo incondicional. Gracias a Marc y a Sofia, mis hijos adolescentes que, sin ser conscientes, me han regalado múltiples —y muy reales— ejemplos.

Gracias a mi padre, mi primer lector, a quien debo el título del libro, el cual surgió de la pregunta que un día me hizo: —Si no enseñáis conocimientos, ¿qué enseñáis en la escuela? Para no ser docente ni tener relación alguna con el ámbito educativo, sin duda, comprendió el grito que este libro recoge. Gracias a mi madre, cuya dura niñez me ha inspirado a hacer una defensa a ultranza de la educación pública como la mejor herramienta para conseguir la equidad y la justicia social.

Gracias a Silvia, maestra, a quien agradezco sus oportunos comentarios, siempre constructivos, los numerosos ejemplos y reflexiones que me ha aportado, pero, sobre todo, su acompañamiento y sus palabras de aliento durante el proceso que me han ayudado a no cesar en el empeño.

Gracias a Carmen, profesora de Lengua Castellana y Literatura, tanto por la exhaustiva revisión final del manuscrito, con sus acertadas correcciones, sus ingeniosos comentarios y sus precisas valoraciones, como —y sobre todo— por todo lo que he aprendido con ellos.

Gracias a Guillem, inspector de educación, entre otras muchas cosas por su apoyo incondicional en los momentos complicados. Hablar de educación con él siempre me enriquece y me ayuda a crecer profesionalmente. Muchas de las ideas que recojo en el libro nacen de nuestras conversaciones.

La sensación que provoca que alguien lea lo que has escrito es especialmente emocionante y te mantiene en vilo a la espera de saber si has cumplido con las expectativas, por eso son tan importantes los lectores cero. Gracias a Celia, Gabriela, Guillem, Jaume, Joan, Joan Miquel, José Luís, Maria Antònia, Magdalena, Marco, Mónica y Sebastià, todos ellos excelentes docentes que, de forma desinteresada, leyeron el manuscrito antes de que se convirtiera en libro y me trasladaron sus interesantes reflexiones.

Gracias a mis maestros del colegio público Ejército de Castellón y, en especial, gracias a doña Gloria por todo cuanto me enseñó. Gracias a los buenos profesores que he tenido a lo largo de mi formación porque me mostraron caminos de conocimiento que quizás nunca hubiera transitado y, al hacerlo, me ayudaron a ampliar mi comprensión del mundo. Aprendí con ellos y aprendí de ellos.

Gracias a mis alumnos, porque son mi razón profesional de ser. No hay nada más satisfactorio para un profesor que ver cómo sus alumnos aprenden, progresan, mejoran y, que junto a los conocimientos que les transmites, se llevan también algo de ti como persona. A todos ellos tratas de enseñar y de todos aprendes.

Gracias a los compañeros con los que compartí equipo directivo en el IES Santa Margalida de Mallorca y a los que debo una intensa y apasionante experiencia, sin la cual, no hubiera sido capaz de afrontar este reto.

Gracias a las escuelas e institutos con los que he trabajado como inspector de educación y, en especial, los del municipio de Capdepera (Mallorca) por la extraordinaria oportunidad de aprender con ellos y por su compromiso con la educación de calidad.

Gracias también a los excelentes docentes que he conocido a lo largo de mi trayectoria profesional. A todos y cada uno de ellos va dedicado este libro.

Gracias al equipo de Círculo Rojo por su atención y la oportunidad de publicar este ensayo.

Finalmente, mi sincero agradecimiento a ti, lectora, lector. Gracias por tu confianza. Cuando imaginas que alguien leerá lo que escribes te inunda una gran responsabilidad que te impulsa a hacerlo con el máximo rigor y compromiso. Espero haberlo logrado. Sin conocernos, hemos establecido una conexión única. Gracias.